122. Stefan Salvatore

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Ibas caminando por las calles de Mystic Falls, te encantaba hacerlo, desde que te habías convertido no le temias a nada.

Mientras ibas caminando empezaste a ver una sombra a lo lejos, no podías ver de quién se trataba por la oscuridad.

-¿Hola?- Dudaste mirando a la persona que se acercaba a ti.

-Ughhh- Escuchabas quejidos que si no fueras vampiro te hubiesen asustado.

-¿Estas bien?

De pronto por la luz pudiste ver la cara de la persona que venía, era joven y su polera tenía una gran mancha roja producto de la sangre, su cara estaba muy palida.

-Ver...- Trata de decir el pero cae al suelo antes de poder hacerlo.

- Trata de decir el pero cae al suelo antes de poder hacerlo

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-Mierda- Gritaste.

El chico estaba tirado en el suelo, no sabías que hacer, pero recordaste lo que intentó decir y luego de pensar 2 segundos, te diste cuenta que el quería decir verbena, era un vampiro y estaba envenenado. Subiste un poco su polera y justo al lado de su ombligo tenía como una puñalada, lo que sea que le hayan enterrado estaba cubierto en verbena y no le permitía sanar.

-He visto esto antes- Te susurraste a ti mismo- Hey, hey.

Le diste unos golpes en el rostro al chico y lentamente empezó a abrir los ojos, pero cuando lo hizo volvió a cerrarlos.

-Muy bien, grandote- Lo subiste a tus hombros y empezaste a llevarlo a tu casa, no sabías quién era el chico ni donde vivía pero no lo dejarías ahí a morir.

(...)

-Ah, ah- Escuchas al chico decir desde el sillón de tu casa que era donde lo habías dejado.

-Despertaste- Sonríes.

-¿Quién eres?¿Dónde estoy?- Pregunta mirando a todos lados, moviéndose lentamente.

-Me llamo _______, te dí un antídoto para tu intoxicación con verbena- Dices apoyándose tu cuerpo en la mesa del comedor que estaba enfrente.

-¿Antídoto?

-Si, una fórmula especial que tenía en caso de alguna vez necesitarla para mi, pero bueno, vi el momento de darle uso.

-De verdad pensé que estaría muerto- Dice el y muestra una sonrisa al saber que no está muerto.

-No lo estas, pero cuando te encontré si que parecía que ibas a morir- Le dices.

-¿Dónde estoy?- El se levanta del sillón y empieza a mirar a todas partes.

-Te traje a mi casa, no sabía a donde más llevarte.

-Gracias- El suspira- Soy Stefan.

Estrechan manos, lo cuál te pareció lo más absurdo que pudieron haber hecho. Stefan se toca la polera y nota que aún está cubierta en sangre. En ese momento se la levanta para ver su herida.

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