129. Kol Mikaelson

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Estabas tranquilamente sentada en una banca disfrutando del atardecer, adorabas poder estar así a pesar de ser vampiro, adorabas tener tu anillo de día.

-Hey, solo personal admitido- Escuchas decir a alguien en un tono fuerte que te sorprendió.

Desviaste tu atención hacia las canchas de béisbol que habían frente a ti. Notaste a uno de los instructores hablándole a un chico, agudizaste tu oído para entender que pasaba.

-Solo vengo a jugar, amigo- Dice el chico con un acento extraño.

-Bueno, debes ir a la caseta principal y arrendar una cancha- Responde el entrenador.

-Solo estaré unos minutos- Ves al chico tomar un bate y admirarlo.

-Me temo que no puedo dejar que eso ocurra, dame el bate- Dice seriamente el entrenador

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-Me temo que no puedo dejar que eso ocurra, dame el bate- Dice seriamente el entrenador.

-No quieres hacer esto-Dice el.

-Creo que lo haré chico- Se empieza a acercar el entrenador a el y tu ya habías empezado a caminar al lugar entendiendo que eso no iba a ir bien.

Notas como el entrenador le intenta quitar el bate al chico y no podía, en ese momento comprobaste tus sospechas de que el era un vampiro.

-Te acabas de convertir en mi cena- Dice el chico.

-¿Por qué no te metes con alguien que se pueda defender?- Pateas el bate y te volteas a mirar al instructor- Váyase de aquí, regrese mañana.

Con la compulsión el instructor se fue de inmediato, quedando tú y el chico ahí nada más, aún habían niños jugando béisbol pero no se percataban de nada.

-Te acabas de llevar mi cena- Dice el vampiro tras de ti y volteas para mirarlo de mala gana.

-Busca un almuerzo que no debas herir.

-No tienes idea de quién soy y lo que soy capaz de hacerte- Te amenzada el chico.

Te acercaste y lo tomaste del cuello con fuerza, lo apretaste contra una de las rejas del lugar.

-Me gustaría verte intentadolo- Susurras y luego lo sueltas empujándolo contra la reja.

El te quedó mirando y mostró una sonrisa, sentiste una pequeña corriente eléctrica que trataste de evitar. Cuando viste que el no se veía amenazante, empezaste a caminar para hacer alguna otra cosa.

Empezaste a caminar por la ciudad, ya estaba oscuro, había algo que amabas de ese lugar, de pronto sentiste que te seguían. Llegaste a un callejón y cuando lo hiciste saltaste y quedaste colgada de un balcón esperando a quién te perseguía.

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