Ya sé que tus ojos negros
están llorando esta noche,
por esas dudas que siempre
a tu corazón corroen.
Mujer, si yo te dijera
que las estrellas no corren,
que mi mundo se detiene
cuando tus sendas recorren,
ávidas, mis pobres manos,
de tesoros que se esconden
en tu cuerpo de gacela,
en tu piel color de cobre.
Se me gastará la vida
en tus benditos rincones,
y otra más si la tuviera
me dejaría en tus salones.
Tu senda es un camino
que va hasta el primer hombre,
en ti viven mis pasados
y mis futuros amores.
¿Qué te daré que no veas
falsedad en mis razones?.
Mujer, si pudieras ver,
como mi corazón joven
sólo palpita por ti,
no llorarías entonces.
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Versos de otros tiempos
PoetryEstos poemas nacieron durante mi estancia en Madrid de unos siete años, por motivos de trabajo, tratan de cosas que pasaron, de otras que pudieron pasar y de algunas que imaginé.