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Ya sé que tus ojos negros

están llorando esta noche,

por esas dudas que siempre

a tu corazón corroen.

Mujer, si yo te dijera

que las estrellas no corren,

que mi mundo se detiene

cuando tus sendas recorren,

ávidas, mis pobres manos,

de tesoros que se esconden

en tu cuerpo de gacela,

en tu piel color de cobre.

Se me gastará la vida

en tus benditos rincones,

y otra más si la tuviera

me dejaría en tus salones.

Tu senda es un camino

que va hasta el primer hombre,

en ti viven mis pasados

y mis futuros amores.

¿Qué te daré que no veas

falsedad en mis razones?.

Mujer, si pudieras ver,

como mi corazón joven

sólo palpita por ti,

no llorarías entonces.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora