CXVII

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Me acerqué hasta tu rincón,

y por la tercera copa,

ya éramos viejos amigos

que se quitaban la ropa.

Como dos gatos siameses

nuestras fugitivas sombras

se adueñaron de tu casa

en aquella fugaz hora.

Me gustaría quererte,

no soñar jamás con otra,

pero, amor, tú ya lo sabes,

conmigo no valen sogas,

yo necesito sentir

la pasión que se desboca,

y los dos sabemos bien

que el amor no es una roca,

es dúctil y maleable,

y hasta el sabor de tu boca

se me figura distinto

cuando la rutina asoma.

¿Qué le haremos, amor mío,

si amo sitios donde mora,

como único soberano,

un capricho de deshora?,

yo no te prometo nada,

que el tiempo todo lo borra.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora