LXXIII

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Te vas quedando tan lejos

por la senda del recuerdo,

hace tanto que no quiero

ser causa de tus desvelos.

Pienso en los antiguos cuentos

que forjé por ti, no fueron,

pero me gustó tenerlos

al arrullo de tu pelo.

Tú no eras como en mis sueños,

no supe venderte el cielo,

y aunque tardé en entenderlo

tan solo eras llama, fuego.

La juventud es un tiempo

de aprendizaje sin freno,

confunde corazón bueno

con un abundante pecho,

el amor es compañero

de la pasión y el deseo.

Hubiera sido tan bello

entrar sin freno en tu cuerpo,

y poner por carcelero

de nosotros un espejo,

fue solamente un reflejo,

no hubiera muerto de viejo

a tu arrullo en ningún lecho,

me esperaban otros retos.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora