XXIV

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Háblame de aquellos días

en los que fuiste feliz,

de todas aquellas tardes

que gastaste en el jardín.

Dulce niña soñadora

enfrentada a un mundo hostil,

jugabas en tu rincón

sin saber nada de mí.

Sigues siendo la de entonces,

desde que te conocí,

tus palabras son promesas,

cosas que nunca creí.

Somos tan distintos, dama,

tú eres la ilusión sin fin,

yo la roca taciturna,

tú eras un eterno sí,

yo la eterna negación,

tú eres todo lo que fui

en mi lejana niñez,

me parece ver en ti

el niño que se marchó,

el tesoro que perdí.

Brotas como la ilusión

en este mi gris vivir,

gracias por negarte a ser

como la multitud gris.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora