CXCIV

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Miro desde la ventana

como se marcha la tarde,

poco a poco cede el sol

y me da por recordarte,

se me dibujan tus ojos

claros como dos diamantes,

e imagino nuestros cuerpos

fundidos en ansia amante.

No sé si será el otoño

con sus despobladas calles,

o sólo te echo de menos

sin entrar en más detalles.

Se me hace raro pensar

que no tocaré tu talle,

que no veré tu sonrisa

alegrando mi semblante.

Al cabo somos pedazos

arrastrados por el aire,

sabemos donde nacemos

pero en cambio, sabe nadie,

donde pararán sus huesos,

con este dale que dale.

Ya sé que ya no te quiero,

pero mi corazón sabe

que cuando llegue la noche

volverás por esos lares.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora