IV

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Una vieja melodía

resuena en el viejo bar,

me lleva a sitios lejanos,

a tu remoto lugar.

Yo era el chico despistado,

tú la sirena del mar,

estábamos destinados

casi antes de comenzar.

Mirarte fue enamorarse

en medio del huracán,

y cuando sentí tus labios

supe al fin lo que era amar.

Gastamos los tiernos días

en tu costero arrabal,

haciendo planes que nunca

llegaron a culminar.

"Te escribiré", me decías,

pero el destino fatal

volvió amarillas tus cartas

en algún viejo diván.

Aunque no sé que me pasa,

en tardes que se me van,

que al escuchar tu canción

siento lágrimas brotar,

y le echo la culpa al viento

por no pararme a pensar.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora