LXXXVIII

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Me lo dice el corazón,

yo he nacido para ser

la sombra de tus zapatos,

el perfume de tu piel.

Adonde quiera que vayas,

a ese mismo sitio iré,

yo te seguiré, muchacha,

mientras caminen mis pies.

Quiero beber tus palabras,

quiero ser tu amanecer,

la fuente de tus desdichas,

agua que calma tu sed.

Entre tú y yo, entre los dos,

se levanta una pared,

pero basta tu sonrisa

para sentirla caer.

En ti cobra su sentido,

esa palabra, mujer,

la que te doy sin hablar,

la que tú conoces bien.

Tu cabellera morena

me lleva a mundos de miel,

a noches donde soñar

y dejarse enternecer,

tú conoces el hechizo

que es la palabra querer.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora