CLXVII

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Luz que alumbro mi camino

en la dulce edad primera,

con su trajecito azul,

su sonrisa, sus coletas

y sus rosadas mejillas

que hablaban de primaveras,

de dulces tardes de parque,

de sueños y de quimeras.

Fuiste mi primer amor,

la primera de mis penas,

éramos sólo dos niños,

el eco de dos promesas,

hace ya tanto de aquello,

de aquel tiempo de cerezas.

Hoy serás tú la mamá

de alguna bella muñeca,

que tendrá tus ojos claros

y tu gracia sempiterna.

Quedan lejos esos días

de nuestra dulce pereza,

ese aletear de vida

que se marcha sin espera,

no volveremos a ser

dos niños por las aceras,

nuestra niñez se marchó

por mil perdidas veredas.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora