VIII

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Desde esta misma ventana

te vi por primera vez,

eras una dulce niña

que se negaba a crecer.

Calcetines y coletas,

como toda niña bien

estudiabas con las monjas,

ibas para gran mujer.

Yo te veía jugar

en la calle de Javier,

y sentía una emoción,

una angustia, un no sé qué.

Un día, sin previo aviso,

fuiste para no volver

hacia un nuevo vecindario,

y ya no te volví a ver.

Nunca te pude decir,

las palabras que guardé,

las ilusiones que tuve,

las veces que te soñé.

Dulce niña que te fuiste

en un gris atardecer,

me dejaste tu recuerdo,

te llevaste mi niñez.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora