CXXXIII

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El viento mece tu pelo

en esta tarde de otoño,

yo quisiera ser el aire

y recorrer tus recodos,

y es que nada es comparable,

ni el vil resplandor del oro,

a sentirte junto a mí,

a fundirme con tu todo.

Me lanzo igual que un pirata,

pero no en pos de tesoros,

busco tus ojos, tus manos,

siquiera un leve sonrojo,

alguna señal pequeña

que diga que no estoy loco,

¡qué no diera por tener

la luz clara de tus ojos,

en este atardecer gris

que se lleva mis despojos!.

Sé que un día moriré

como antes lo hicieron otros,

pero yo tan solo pido,

que antes de volver al polvo,

pueda buscar en tu cuerpo

ese resquicio tan hondo,

eso que llaman amor

y calma cualquier oprobio.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora