XL

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Nadie nos vendió la luna

en nuestra primera cita,

yo era un hombre del montón,

tú una singular damita.

Nos mirábamos despacio,

con miradas fugitivas,

mientras los labios hablaban

de las cosas de otros días.

Y en un momento cualquiera

se apagaron las bombillas,

y me sorprendí besando

tus labios de gelatina.

Después todo fue ternura,

las promesas que te hacía,

los mundos que recorrimos,

una breve travesía.

Pero la vida es un mar

que nos lleva a la deriva,

y una tarde sin aviso

no fuiste donde solías.

Igual que una vez llegaste

como dulce melodía,

te perdiste en la ciudad

sin un esta boca es mía,

y un puñado de momentos

sin tu presencia morían.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora