CLXXXVIII

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Regiones del corazón

que parecían dormidas,

ecos de nueva esperanza

sobre las viejas heridas,

eso bebo de tu boca

mi dulce niña querida.

Yo que pensé que mi tiempo

nunca jamás volvería,

que el acorde del amor

ya conmigo no vivía,

me he despertado en tus brazos

sediento de amor y vida.

Contigo vuelvo a sentir

el rumor de la alegría,

y revuelan en mi pecho

los pájaros de la dicha.

¿Cómo te podré pagar,

querida princesa mía,

todo lo que tú me das,

todo lo que tú me quitas?.

Sólo lamento una cosa,

ese cúmulo de días

que pasaron sin saber

siquiera que tu existías,

todo ese tiempo perdido

en la gris melancolía.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora