XIV

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Sólo unas pocas palabras,

sólo unas pocas caricias

y sin embargo parece

que sin ellas me moría.

Me he acostumbrado a ti,

a tus noches y tus días,

a tu presencia cercana

como eterna melodía.

Tu mano sobre mis hombros,

cerrando viejas heridas,

mientras tus dos ojos claros

como dos estrellas brillan.

Ya no necesito más,

tu presencia es mi alegría,

¿cómo he podido vivir

cuando no te conocía?,

trato de encontrar respuestas

pero ninguna tenía.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora