La rubita de las pecas
me regala una sonrisa,
tiene los ojos azules
y una nariz chiquitina.
Yo la he visto pasear
la calle de abajo a arriba,
ya no es una mujer bella,
ha dado tantas caricias
de esas a tanto por hora
en recónditas esquinas.
Sigue teniendo esas piernas
que parece no terminan,
pero va quedando lejos
esa dulce, ingenua niña
que vino a la capital
para disfrutar la vida.
Hace siglos que no cuenta
que número hace en la lista
el hombre que la contrata,
son tantas las noches frías
que la han visto galopar
sobre cuerpos de agonía,
piensa en su jubilación,
que ha de llegar algún día,
cuando ya nadie la diga:
"chula, ¿cuánto es tu tarifa?".

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Versos de otros tiempos
PoezjaEstos poemas nacieron durante mi estancia en Madrid de unos siete años, por motivos de trabajo, tratan de cosas que pasaron, de otras que pudieron pasar y de algunas que imaginé.