XVIII

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¿Alguien contará mañana

que pasamos por la tierra,

que perseguimos dichosos

el rastro de una quimera?.

Me temo que no, mi amor,

nuestro destino es arena,

arena que lleva el viento

y luego nadie recuerda.

Cuando tu rostro dorado

en arrugas se convierta,

y tu paso presuroso

se vuelva pisada lenta,

¡ay, entonces, corazón,

todo se volverá niebla!.

Una niebla que nos lleva

donde ya nadie nos besa,

a la región del olvido

donde vive lo que fuera.

Cuando llegue esa verdad

y pase el tiempo sin tregua,

cuando los que nos amaron

en polvo se desvanezcan,

ya no hablarán de nosotros,

sólo seremos materia,

simiente para las plantas,

que en silencio se alimentan.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora