CXC

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Te miro y tú lo sabes

aunque mis labios se callen,

aunque no diga palabra

ni me acompañe nadie.

Es una sabiduría

que otros conocieron antes,

que se propaga en el mundo

desde que existen amantes.

No sé si fue tu sonrisa,

o tu forma de mirarme,

lo que sé es como me duele

cuando te siento alejarte.

Tus dos ojos son el sol

que ilumina mi desastre,

y tu cuerpo es el lugar

al que me empuja mi carne.

No sé que me ha de esperar,

pero siento un mar de sangre,

una fatiga de siglos,

sin ver nada que lo calme.

Sólo tú con tu presencia,

sólo el roce de tu talle,

me devuelve a aquellos días

de la niñez adorable,

y saca de mi persona

los rincones más amables.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora