XLIX

1 0 0
                                    

Aún respiro en el aire

bocanadas de tu aroma,

suele ser en esas tardes

que ando solo con mis cosas.

La mente se me transporta

hacia nuestras dulces horas,

a promesas bajo un árbol

que se quedaba sin hojas.

Cuando vuelvo por la senda,

ya cubierta de amapolas,

los recodos del camino

y la luz de las farolas,

parecen querer hablar

lo que yo me digo a solas.

En esas tardes de otoño,

pesadas y silenciosas,

me sorprendo regresando

a la taberna de Rosa:

"¿Qué tal va, marinerito",

mientras me sirve una copa,

y tras sus dos labios rojos

se me dibujan mil sombras,

tanto vivir para ser

alimento de una fosa,

tanto estúpido querer

que se pierde en la zozobra.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora