CLXXXIX

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El reloj marca las cinco,

como sucedió esa tarde,

pero ya no volverás

Con tus labios a besarme,

ni sentiré tus abrazos

al caminar por la calle,

ni al arrullo de tu voz

recorreremos mil bares,

ni buscaremos rincones

que no habrá de saber nadie.

¡Qué poco es un ser humano:

Débil hilo, leve instante,

aunque levante la voz

se que al fin he de callarme!.

No debería estar triste,

total, sólo te marchaste,

pero ya ves que bobada,

a las cinco de la tarde,

por alguna causa extraña

siempre vuelvo a recordarte,

pienso en tiempos que pasaron,

en las tardes en el parque,

en los sueños que forjamos,

ya ves, no sé que contarte,

que bueno si te dijera

que ya nunca pienso en antes.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora