LXIV

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Tenía los ojos claros

como un cielo en primavera,

una camiseta blanca,

pantalones de loneta.

Me susurró una pregunta

y fue sentirla tan cerca

y mi corazón vibrar

como una tarde de fiesta.

La propuse pasear

y ella mostró una vereda,

a la sombra de los pinos

me habló de mundos que fueran,

de cosas que mata el tiempo,

de la vida que se quema.

Yo la prometí mi amor

en un arranque de flema,

y me dijo que pasó

el tiempo en que amar quisiera.

"Estás tan llena de vida",

susurré con voz sincera,

"lo que llevo no es la vida

sino mis tristes cadenas".

Después fuimos en silencio,

sin ocultarnos la pena,

y cuando ya se marchaba

la vi tan sola, tan bella.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora