XXXV

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No necesito palabras

en un trozo de papel,

no necesito de iglesias

que me obliguen a querer.

Me basta con verte quieta

donde termina mi piel,

con extender una mano

y poderte recorrer.

Amar es un ejercicio

cuyas reglas yo no sé,

las aprendo cada día

cuando me acerco a tu ser.

No te pido mil promesas,

ni renegar de tu fe,

me basta con que te guste

ver juntos anochecer,

con que me cuentes despacio

las migajas del ayer.

A cambio yo buscaré

rincones donde querer,

donde tú serás la reina

y pondré el mundo a tus pies.

No te prometo riquezas,

ni palacios de oropel,

pero sentirás mi mano

aunque a tu lado no esté.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora