LXXVI

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A ti que siempre me esperas

en ese lugar de siempre,

que cuando mueves los labios

mis sentidos se estremecen.

A ti que me has regalado

tantas cosas que se pierden,

que me has calmado esa sed

de vida, mientras perece

otro día en la ciudad.

No digo bastantes veces

lo mucho que tú me das,

lo mucho que te mereces.

Hasta parece mentira

que un día dijera: "vente",

con más dudas que certezas,

casi como en un repente.

Tú has traído contigo

remedios que nunca mueren

para el vicio de vivir,

cosas que la pena duermen.

Sé que besar tus zapatos,

hundirme en tus ojos verdes,

desentrañar el misterio

que todo tu ser envuelve,

es cada día algo nuevo

que me hace la vida breve.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora