LXI

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Lejanas suenan las voces

en el medio de la noche,

cuando la ciudad se duerme

bajo la luz de neones.

Es entonces cuando busco

lo que en tu cuerpo se esconde,

tú, mujer, tienes la llave

que desborda las pasiones,

en ti encuentro sin cesar

nuevos mundos, nuevos dones.

Quiero recorrer tu cuerpo,

hasta saber sus regiones

como el dorso de mi mano,

como las viejas canciones.

La religión debe ser

perderse por tus rincones,

susurrar en tus oídos

palabras que te emocionen.

Todo lo que tengo fue

un pedazo de horizonte,

cuando a tu lado no esté

llévame de polizonte,

yo seré feliz viviendo

en un miserable sobre,

en un rincón olvidado

en el que suene tu nombre.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora