XLVII

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Yo no quiero que me llores

cuando ya no esté contigo,

recuerda lo que te di,

la vida que compartimos.

Mientras tu sigas aquí

nada acabará conmigo,

me tendrás a cada paso

buscando en tu pecho abrigo.

Nuestra vida es un instante,

pero aquello que quisimos,

esos pequeños momentos,

es lo que la dan sentido.

En la noche de mi ausencia

recuerda que te he querido,

cierra los ojos al viento

y repasa lo vivido.

Si no fuera porque yo

de la vida soy cautivo,

ten la certeza, mi amor,

que ni el invierno, ni el frío,

ni el verano y el calor,

ninguna cosa ha nacido,

que te pudiera alejar

de estos brazos que son míos.

Yo me moriré, quizá,

pero contigo he vivido.


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