XXVIII

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Sentada en una butaca,

la melena desgreñada,

sus ojos miran el cielo

en esta nueva mañana.

Me pregunto lo que piensa

mientras sus dos labios callan,

quizá que fue una locura

el llegar hasta la cama,

que le sobraron dos copas

a la póster madrugada.

No sé y saber quisiera

si el ayer ya no fue nada,

si su cuerpo de mujer

de las manos se me escapa.

Ella sigue allí sentada

sin decir una palabra,

de pronto saca un cigarro

de sus ropas olvidadas.

"Nos veremos otro día",

me dice mientras se marcha,

y a medida que se aleja

el corazón se me salta.

Si por una vez pudiera

recuperar su mirada,

la que se perdió en la noche

cuando en mis labios estaba.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora