Dulce niña de otras tierras,
amo tu carne morena,
tus ojos de terciopelo
y tu sonrisa sincera.
Hablan por tu dulce boca
alientos de primavera,
el frescor de la mañana
y personas extranjeras.
Me basta con tu mirada
para evaporar las penas,
el resplandor de tus ojos
parece la luna llena.
Sólo quisiera un momento,
una cenita con velas,
para abrir mi corazón
en tu bendita presencia.
Lo que yo siento por ti
no cabe en una sentencia,
es casi veneración
por una diosa morena.
Si pudiera descifrar,
con mi bendita inocencia,
las claves de tu sentir,
ese secreto que encierras,
dejaría de vagar
en este mar de tinieblas.
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Versos de otros tiempos
PoesíaEstos poemas nacieron durante mi estancia en Madrid de unos siete años, por motivos de trabajo, tratan de cosas que pasaron, de otras que pudieron pasar y de algunas que imaginé.