CVI

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He nacido en estas calles

donde tú eras la princesa,

la más guapa de la clase,

entre todas la primera.

Todos te pronosticaban

una gloria casi eterna,

pero luego me enteré

de que te llevó la pena.

Confiaste tu corazón

sin pensar con la cabeza,

que las palabras de amor

es el viento quien las lleva,

y es muy fácil prometer

para aquel que nada espera.

Y aquel hombre como vino

se marchó por primavera,

buscando otras florecillas,

desechando la más bella.

Entonces te abrió los brazos

un hombre de unos cuarenta,

tú apenas tenías veinte

y la historia de una afrenta.

Con sus caricias maduras

buscaste cambiar tu estrella,

convertida en la madrastra

en lugar de en cenicienta.

Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora