LXXI

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Una taza de café,

fuerte, como a ti te gusta,

sorbo de leche templada

y dos terrones de azúcar.

Todavía lo recuerdo,

perdona que no lo asuma,

debiera haberte olvidado,

pero el pensamiento azuza,

y ya ves que tonto soy

que mi cabeza lo duda,

espero verte surgir

en medio de mi locura,

sueño con comerte a besos

y sujetar tu cintura.

Ya sé que no debería

echar flores a la luna,

pero sueño con volver

a ver tu espalda desnuda,

a perseguir la mañana

entre tus muslos de espuma,

a perderme sin reparo

en la más profunda bruma,

la que me lleva a tu cuerpo,

la que la razón me oculta.

Ya sé que no debería

pero la vida es tan cruda.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora