Mientras la tarde se marcha,
perdido en la gran ciudad,
recuerdo aquellos momentos
que ya quedan tan atrás.
El olor de tu perfume,
la brisa suave del mar,
tu cuerpo sobre la arena
y un mundo de claridad.
Tú me enseñaste la estrofa
eterna del verbo amar,
en tus labios que se abrían
una sed quise colmar,
la sed de amor que es la vida,
la sed de ser un mortal.
Yo no preciso más besos
que aquéllos que tú me das,
ni más cuerpos en la noche
que el tuyo en la oscuridad.
A tu lado he comprendido
lo que no quise aceptar,
que todos somos un barco
siempre próximo a encallar,
y yo no quiero más playas
que me aguarden al final,
que el contorno de tu cuerpo
y tus ojos en mi faz.
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Versos de otros tiempos
PoesíaEstos poemas nacieron durante mi estancia en Madrid de unos siete años, por motivos de trabajo, tratan de cosas que pasaron, de otras que pudieron pasar y de algunas que imaginé.