XCIII

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La alegría son tus ojos

que se clavan en los míos,

basta con una mirada

y todo se torna estío.

En ti todo es claridad,

en ti el tiempo no es furtivo,

tú detienes el reloj

cada vez que estás conmigo.

Yo no sé lo que me pasa

en nuestros ratos queridos,

que se escapan las palabras,

las manos buscan camino.

¿Quién pudiera descifrar

tu tierno enigma infinito?,

regálame tu presente

lleno de mundos perdidos,

en ti conviven a un tiempo

infiernos y paraísos,

lo sé pero no me importa,

sólo para ti he nacido.

Cuando llegue la mañana

que precede nuestro olvido,

por favor dime de nuevo

lo que conmueve mi oído,

esas eternas palabras

que contigo he conocido.


Versos de otros tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora