El horizonte que dibuja el mar

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            Amanda volteó a ver a Gianluca después de un par de rápidos parpadeos.

-¿Gian? –preguntó en silencio.

Gianluca volteó a verla.

-¿Qué pasa? –Le preguntó. Amanda sacudió la cabeza, en ella se agitaron sus pensamientos.

Sonrió tímidamente. Estaba distraída, nerviosa.

-¿Qué hora es? –preguntó evadiendo su verdadera pregunta.

Gianluca levantó la mano, acarició su cabeza.

-Pues han de ser las 6:00pm, si no es que más tarde. ¿Ves la puesta de sol? Eso me indica un aproximando de que hora es. –Gianluca volteó a verla. -Ya tienes hambre ¿verdad?
-Sí, sí. –Respondió Amanda, ocultaba algo más. -Hambre.

Gianluca agarró su rostro con las manos, ella pudo sentir su aliento. Una mezcla de menta y tequila, a calor, a mar. Secó sus lágrimas con los pulgares y agarró su mano fuertemente.

-¡Ven Amanda, voy a llevarte a cenar a un lugar donde me vas a dar la razón y vas a tener que aceptar que la comida italiana es la mejor del mundo! –dijo muy alegremente.
-Espera.- Respondió agarrada de la mano de Gianluca, titubeando un momento -Gian, no sé, no creo. No tengo dinero, además mírame, ni siquiera traigo ropa decente además soy un desastre, traigo todo el maquillaje corrido. No puedo ir a algún lugar público y dejar que la gente me vea así.
-¡Búscate mejores pretextos mexicana! –Gianluca rió. - A dónde vamos no necesitas ni dinero, ni ropa costosa y mucho menos verte atractiva. Sólo basta con una linda sonrisa para amenizar la noche, y esa ya la tienes. –Le sonrió de nuevo.
-Gracias. -Sonrojada sonrió. -¿A dónde vamos Gian? ¿Te puedo decir Gian?
-Dime como quieras, -Gianluca rió más aún -pero no me digas amor ¡aún no! –Bromeó.
-No hay mejor lugar en Italia que se compare con la comida de ahí. ¡Por supuesto que vamos a mi casa! ¡La comida de mi mamma es la mejor del mundo!

Amanda se detuvo en seco.

-¿A tu casa? –Estaba un poco asustada. -¿Con tus padres?
-¿Tiene algo de malo? –Preguntó amablemente. -¡No te pongas nerviosa, dame una segunda oportunidad.

Amanda se perdió en aquellos ojos verdes sin poder decir que no.



Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora