A gritos una explicación

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-¡AMANDA!
Una voz a lo lejos gritó su nombre. Esa voz tan fuerte y segura. Amanda cerró los ojos de inmediato. ¡Oh no! alguien los había descubierto.
-¡Ernesto! ¿Qué haces aquí?
Estaba en brazos de Ignazio, recién se habían besado. Ignazio solo agachó la cabeza, pretendía no ser descubierto.
-¡Igna! ¡Vaya sorpresa! –Tartamudeó incrédulo.- Este, pensé que, bueno. No nada...
Amanda se levantó de inmediato, Ignazio se paró detrás de ella. Aún seguía cabizbajo. Sintieron todas las miradas sobre ellos. Nadie debía saber esto. Las cosas se les fueron de las manos. Ernesto sabía a la perfección que ella estaba en una relación con Francesco pero no dijo nada, solo la escrutó con la mirada. Esa mirada acusadora que pedía a gritos una explicación.
-Mira, ella es Pamela, mi novia. También es mexicana, viene de intercambio. Pam, ella es Amanda, mi nana y bueno, a él ya lo conoces, es Ignazio. Canta con mi hermano. -Pamela estaba asombrada. A pesar de su corta edad sabía perfecto quien era.
-¡Oh por Dios! ¡Eres Ignazio Boschetto! -Sus ojos se cristalizaron- ¡Yo te amo tanto!
Pamela de un brinco se colgó en Ignazio, este sólo sonrió y la abrazó muy fuerte. Amanda aprovechó para acercarse a Ernesto y susurrarle al oído. -Tenemos que hablar.
-¿Y Francis? –preguntó éste.
Ernesto realmente estaba asombrado, quizá no tanto como ella. Ver al hermano del ser al que aún más amaba en el mundo no era cosa fácil. Que él la viera con otro, mucho menos, pero que él supiera que ella tenía una relación con el hermano de uno de los mejores amigos de su hermano, que la haya visto engañándolo con el otro mejor amigo de su hermano y que sospechara que ella amaba a su hermano pues mucho menos.
-No quiero que pienses mal de mí.
-Por favor no me digas nada. Estoy en shock. Tengo mucho que pensar. ¿Desde cuándo?
Ignazio la miraba de reojo mientras ella trataba de calmar a Ernesto. Pamela platicaba con la mitad del Ignazio que no se concentraba en Amanda. Su desesperación y duda se vieron reflejados en el rostro, pero sabía que se tenía que calmar. No podían ser más obvios. Amanda miraba a Ignazio de reojo intentando hablar con él entre miradas. "Que no le diga a Gianluca" fue lo que alcanzó a leer en la mirada suplicante de Ignazio.
-Amanda agarró a Ernesto con ambas manos. -Por favor no le digas nada a tu hermano. Prometo explicarte todo con calma. Dame ese chance.
-¿Y Francis?
-No lo sé.
-¿Cómo pudiste? -Ernesto la miró con asco, con desprecio.
-Por favor. Te juro que en cuanto te lo explique todo me vas a entender. Dame esa oportunidad. Por favor.
-Tiene que valer la pena.
-Mañana mismo te cuento todo. Pero por favor no digas nada.
-Ok, ok, ok. Ya.
Pamela e Ignazio se acercaron a ellos.
-¿Qué está pasando? –preguntó Ignazio fingiendo no entender.
-Nada. Estábamos quedando de acuerdo para mañana. Le decía a Amanda que mi mamma se va a ir desde temprano. Voy a estar solo. Y que mañana me va a explicar todo de mis clases de español. ¿Verdad?
-Sí. –Una sonrisa nerviosa se dibujó en su pálido rostro. -Todo.
-Yo también voy.
-No. -Ambos miraron a Ignazio.
-Tengo que concentrarme y tu ya sabes hablar español. Esto es algo que solo Erny debe saber.
Pamela definitivamente no entendía sus claves obvias. Pero Amanda tenía razón, sólo ella se lo podías explicar a Ernesto. Irónico. Su "cuñado" y su "socia" ahora serían las personas que sabrían y le esconderían tantas cosas, sus cómplices.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora