Abraza mis miedos

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            Amanda corrió hacia Ignazio. Éste abrió sus brazos y la recibió dentro de ellos, ella cubrió su cara en el gran pecho de él y él cargándola la metió al hotel. En la recepción Amanda besó su mejilla raspándose con aquella barba sin afeitar, él le respondió con una de sus sonrisas, de esas que hacían que ella olvidara todo, de esas que calmaban hasta el alma. Subieron callados por el elevador, caminaron por el pasillo y entraron en la habitación.

-Perdona que no tenga nada que ofrecerte. -Se disculpó Amanda con ternura. –No tuve ni tiempo de ir a comprar algo.
-No te preocupes cariño, ¿tienes hambre?
-La verdad es que ya no, sólo quiero dormir pero no quiero estar sola. –Ignazio la abrazó y con ella en brazos se tumbó en el sofá, se acomodó y comenzó a cantar.

-Duérmete Amanda.- Le besó la sien.- Aquí estoy yo para abrazar tus miedos. –Una lágrima resbaló por sus rosáceas mejillas.
-¿Por qué duele Nacho?
-La verdad es que no lo sé, yo sólo sé lo que la gente dice: "si no duele no sirve". Igual y es que tienes que aprender algo. Igual y es que tú crees que la vida te dice no cuando en realidad te dice espera. Así lo quiso el destino Amanda. –Tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de él.
- Así lo quiso el destino.- Susurró ella después de un suspiro.
-¿Saldrás con Francis?
-No lo sé Nacho, -contestó mirando al vacío- ni siquiera me despedí de él, no tiene a donde llamarme, quizá nunca más lo vuelva a ver.

Bostezando Amanda se acomodó en el pecho de Ignazio, éste comenzó a respirar profundo y así ella se dio cuenta que él ya se había quedado dormido. Aprovechó su respiración para acunarse acomodándose en el calor de su cuerpo y tras un "quizá nunca más lo vuelva a ver...." Amanda se quedó dormida.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora