Impregnada de ti

175 13 0
                                    

            -Y, ¿a quién de los dos quieres más? –Ernesto preguntó con una mirada inquisidora.
-Es algo complicado, ambos para mí son importantes –a Amanda le avergonzaba confesarlo, se sentía dividida, entre la espada y la pared.
-Si bueno, es obvio. Pero debe haber alguno que te mueva todo.
-Tu hermano –Amanda pensó en silencio-. Me he identificado más de lo que tú imaginas con Ignazio. Lo que siento por él es asombroso, es un ser humano hermoso. Muy fácil es enamorarse de él. –respondió.
-¿Y ahora?
-Dejaré a Francis más no sé dónde, cuándo o cómo. Me siento zorra y estúpida.
-Es normal, estás enamorada. Yo en tu lugar haría lo mismo. Yo hice lo mismo.
-¿Tú? –ahora ella era la confundida.
-Sí. Yo estoy con Pamela porque me di cuenta que era ella. Dejé a mi exnovia por intentar algo con Pame y mira, no me equivoqué. Amanda volvió la mirada. El gran espejo estaba en la pared naranja de la pequeña estancia. Frente a él había un piano negro que cargaba varias fotografías y un par de veladoras. Los Discos de Oro de IL VOLO pegados en la pared reflejándose en el espejo. Más al fondo la cocina.
-Siempre creí que en realidad estabas enamorada de mi hermano. –Confesó Ernesto mirándola con atención. Al escucharlo ella cerró los ojos.
-¿Por qué?
-No sé, me dio esa impresión.
-Tu hermano es un gran amigo, eso es todo.
-No me gusta su relación con Martina. –Confesó Ernesto- Siempre estuve en contra pero él jamás nos hizo caso.
-¿Nos? –Amanda preguntó con el interés propio de una enamorada.
-A mi mamma tampoco le gusta. Martinana es estupenda, es increíble pero hay algo que no.
-Juré que tu mamma la adoraba.
-Sí, pero siente que Gianluca no la quiere.
-¿Y no?
-No.

Tras la taza de café, Amanda escondió el sonrojo de sus mejillas. Sorbió otro trago caliente.
-Lo conozco como a mí. Es mi hermano. No es que no la quiera, pero no está enamorado. Sólo lo he visto así por Jessica, después de ella ninguna. Martina lo ama demasiado, siempre fue así pero él la sigue viendo como su mejor amiga. La quiere. Pero dudo mucho que algún día la pueda amar.

-¡Qué difícil!
-¿Qué? ¿Por Martina?
-¡Pues sí!
-Martina lo sabe, lo sabe perfecto. Cree que puede cambiar y generar en Gian un sentimiento que no está.
-¿Cuánto llevan? –poco a poco lograba comprender un poco más.
-Ya seis años y aún no me acostumbro.
El silencio incómodo no se hizo esperar. Demasiada información, necesitaba digerirla. ¿Para qué?
-Mantendré tu secreto si me haces un favor –Ernesto hizo una pausa. –Hoy cumplo seis meses con Pamela y le hice una cena especial. Mamma no está y no me deja salir si ella no está en casa...
-No, ya sé a lo que vas y no. Yo soy tu responsable.
-¡Por favor!
-No.
-Le diré a Francis que lo engañas. –Soltó rápidamente Ernesto para salirse con la suya. –Solo te pido esta noche, no más.
-Si tu madre se entera me mata y de paso me corre.
-No te lo imploraría si no fuera tan importante para mí. ¡Por favor! –Imploraba él hincándose frente a Amanda. Suplicante con la mirada. –Compréndeme.
-¿A qué hora estás en la casa?
-Temprano, ¡lo prometo!
-Anda, vete a arreglar. Antes de que me arrepienta.
-¡Eres un sol! –Besó su mejilla- ¡Eres la mejor!
Amanda se acomodó en el sofá al ver correr a Ernesto escaleras arriba. Terminó de un último sorbo su café ahora frío.

-Ahora vuelves a mi Ginoble. Tengo miedo. –Exhaló un suspiro con dolor al miedo. –Si tan sólo hubiera llegado antes a tu vida las cosas serían muy distintas, quizá yo no estaría con él, quizás Ignazio no hubiera entrado de pronto. Quizá si tan solo me hubiera quedado como simple fan no te estaría pensando. Maldigo al destino por ponerme en tu vida de esta manera. Maldigo a mi suerte por tenerme en esta maldita habitación impregnada de ti. Maldigo al tiempo por traerme aquí. Me maldigo a mí misma por sentirme así.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora