En mi otra vida

172 13 0
                                    

            -...pues así. Yo era la Quarterback de las "Panteras Rosas". En la prepa juagaba americano con mis amigas. Pero no te creas, éramos bien salvajes, nos tacleábamos en serio ¡Era tan divertido!
-Jamás lo hubiera imaginado. Siempre te caes.
-Que sea torpe es otro rollo. Seguramente en mi otra vida fui niño, me encantan los autos, amo el futbol americano, juego soccer, y soy cero femenina. Me gusta arreglarme, claro, pero soy muy tosca.
-Poquito. –Intervino él.

Estaban sentados en una banca. Comiendo helado.
-Pero igual te quiero. –Finalizó.
-Sé que no debo recordar esto pero no puedo evitarlo. ¿Francis lo sabe?
-¿Qué?
-¿Cómo que qué?
-Que me gusta su novia. Que la invité a salir. Que anoche dormimos abrazados y que nos la pasamos besando. Que tenemos un hijo. Que estamos enamorados.
-Si bueno, no lo sabe. –Amanda lo conocía, sabía de antemano el significado de sus sarcasmos.
-Pues no. No sé ni cómo se lo voy a decir.
-Terminaré con él regresando de casa de los Ginoble.
-¿Cuándo te vas? –Ignazio estaba intranquilo, él también la conocía, sabía el significado de sus dudas.
-Mañana. Espero estar de regreso el domingo por la tarde.
-¿Paso por ti?
-Sí.
-Sé que esto no viene al tema, pero no puedo evitar preguntarlo, menos ahora. ¿Qué hay con Gianluca? Sigues enamorada de él.

La pregunta ideal Ignazio.
-No. –Amanda respondió con ese tajante "No". -Silencio. Ambos siguieron comiendo su helado separados por el gran oso de peluche.
-¿No vas a preguntar el por qué? –Continuó ella.
-No me interesa saberlo. Confío en ti.
-¿Y Piero? ¿Lo sabe?
-Sospecha.
-¿Cuándo le vamos a decir? -Al decir vamos Ignazio volteó a sonreírle.
-Amo el vamos.
-¿Cuándo?
-Cuando todo sea oficial. Cuando regrese. Cuando tengas el anillo en tu dedo.
-¿En ocho meses...?
-En ocho meses.
Amanda agachó la cabeza y miró su mano imaginando un bello anillo en el dedo anular izquierdo. Imaginó el diamante brillar. Imaginó el peso de este y sonrió. Ignazio se agachó y besó su cabello. Estaba ya parado al lado de ella, le ofreció su mano libre, en la otra cargaba el enorme oso de peluche.
-¿Continuamos? –pregunto él.
-Continuamos. –Amanda respondió.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora