Sin necesidad de hablarse

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            Gianluca tardó segundos en entender que Amanda quería estar a su lado, la noche cada vez era más fría, la herida ya comenzaba a molestarle pero no le importó, sabía que si mostraba esa molestia Gianluca no querría estar con ella por miedo a lastimarla.
-¿Qué duerma contigo es lo que quieres?
-Que me consientas es lo que quiero
Era una cama individual, Gianluca calculó la distancia entre Amanda y él y sin pensarlo más poco a poco fue acomodándose, ambos quedaron acostados de lado, frente a frente y así pasaron los segundos, pasaron los minutos, pasaron las horas y ambos se habían quedado dormidos.
Amanda abrió los ojos al sentir su respiración en ella, sus rodillas las habían juntado de manera que estaban entrelazadas, una encima de la otra, las manos de Gianluca estaban debajo de su cara haciendo que él se viera tan dulce e inocente, como una estatua de Michelangelo. La luz de la luna se había ocultado y la penumbra hacía de Gian una figura de mármol. De nuevo Amanda sintió la respiración pausada y calurosa de Gianluca en su rostro, su olor penetraba en su nariz quedándose en su mente para siempre. Seguía admirando la belleza de Gianluca, observando su barba, su boca, su nariz, sus pestañas. De pronto Gianluca abrió los ojos y la vio mirándolo.
-Sentí tu mirada en mí y no pude evitar abrir los ojos. –Le susurró.
-Perdona, no era mi intención. –Amanda sonrió.
-Sigue así, me gusta ver tus ojos.
Amanda se ruborizó pero no le importó.
-Bésame.
-Pensé que jamás lo pedirías.
Despacio y en silencio acercaron y juntaron sus bocas en un beso, el más hermoso de todos y no porque fuera perfecto, sino porque era el primero. Su vida cambió en un segundo, había echado las cartas al destino, dejándose llevar por el momento, olvidando a Francis sin piedad. Amanda sintió su calor en los labios, sus delicados movimientos se reflejaban en su piel erizada, la mano de Gianluca se posó en su cintura después en su espalda, jalándola hacia él chocaban sus narices, jugaban con el sabor de su tibia saliva, sus lenguas se acariciaban dulcemente. Gianluca la besó sin compasión, regalándole un solo motivo para tenerlo en su mente para siempre. Cupido los flechó en ese momento, no hubo necesidad de hablarse, solo con sus labios al rozarse frenaron el tiempo y comenzaron a escribir juntos una historia. Cuando el beso terminó juntaron sus frentes y sus narices quedaron juntas, Amanda sentía el temblor de Gianluca en ella, lo sabía, el sentía lo mismo si no es que más fuerte.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora