Regresa a mi

190 14 5
                                    

-Estoy cansado de todo esto. ¡Vámonos! Desaparezcamos de este patético mundo. Por ti soy capaz de dejar mi carrera. Mi vida. Hagamos una juntos. Empecemos desde cero. –Ignazio se confesó, confesó lo que llevaba tanto tiempo callando, lo que temía perder.
-¡Estás loco! No podemos. No debemos. –Amanda agarró la mano tibia de Ignazio. –Es...
-Es nuestra locura. –Continuó él. –Olvidarás a Gianluca. Conmigo te juro que lo olvidarás.
-Gian es tu mejor amigo. ¿Qué hay de Francis?
-¿Te importan?
-Sólo me importas tú Ignazio.
Ignazio se hincó y abrió una caja negra que había guardado en su bolsillo.
-¡Cásate conmigo! -Sosteniendo su mano la besó y con mucho cuidado deslizó un delicado anillo en su dedo anular. El diamante que contenía brillaba espectacularmente. Era como un sueño.



-Señorita. ¿Desea ordenar algo? –El camarero habló.
-No. Estoy esperando.
Amanda había soñado despierta. Triste pero cierto. ¿Qué pasaba? Sacó su celular y marcó.
-Martina. Querida. Ya no puedo más.
-¿Qué pasa loca?
-Pues ya le hablé a Nacho. Lo estoy esperando. Se supone que va a venir más no

sé ¿y si me deja esperando?
-No. Él no es así. Llegará. Por fin ¿qué le vas a decir? "Hola, estoy enamorándome de ti".
-Ja, ja, ja, graciosita la niña. Yaaaaaaaaaaa. ¡Ayúdame! Estoy desesperada.
-Aquí primero pregúntate que quieres hablar con él. A qué conclusión quieres llegar. Qué vas a arreglar.
-Quiero recuperar a mi mejor amigo. Lo siento tan distante. Tan lejos de mí.
-Dícelo así, -continuó tras una pausa. –Así deberías de empezar. Por ser clara contigo misma para poder serlo conmigo.
Ignazio estaba detrás de Amanda. Quien sabe cuánto tiempo llevaba ahí parado. Quien sabe cuánto había escuchado.
-Martina. Ya llegó. Te llamo después loca. Te quiero. –Se despidió Amanda.
Respiró profundo, cerró los ojos, dio media vuelta. Ignazio y ella se miraron en silencio directamente a los ojos. Amanda tembló. Él suspiró. Sin pensarlo Amanda brincó hacia él abrazándolo y se hundió en su cuello. Oliéndolo.
-Deja de perderte. Déjame encontrarte. Me he cansado de buscarte y ver que estás pero no conmigo. Ya no puedo. Extraño a mi mejor amigo. –Amanda aspiró profundo, impregnando en sí el olor de la piel de Ignazio. –Te extraño, Nacho. Eres mi Nacho. Regresa a mí. Por favor.
Ignazio la abrazó estrujándola con fuerza, cerró los ojos y suspiró.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora