Bueno, ahora dime quién eres tú

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            Después de desayunar Francis llevó a Amanda a dar una vuelta por un parque. Al bajar del coche Amanda pisó en un hoyo y trompicó, si Francis no hubiera estado frente a ella seguro hubiera caído.

-Por lo que veo eres demasiado accidentada. -Le dijo riendo.
-¡Cállate! –Ella rió también.- Así me gusta bajar de los coches.

Francis la cargó de la cintura y la puso en su hombro y así comenzó a caminar por el parque, mientras tanto Amanda no paraba de reír, movía los pies procurando no pegarle en la cara, con un solo movimiento de brazos él logró colocarla en su espalda y comenzó a correr dando vueltas, brincando. Ella era toda felicidad en ese momento, ambos reían a carcajadas, el viento les rozaba la cara, el cantar de los pájaros era su música, el parque el escenario, ellos los protagonistas y el nuevo amor el tema principal. Francis se detuvo en medio de la nada, era un claro enorme que iluminaba el resto de la flora, y poco a poco la fue bajando, la colocó frente a él para besarle los labios. Amanda dejó de respirar, su corazón palpitaba a mil por hora, sus labios eran tibios y suaves, sus movimientos delicados, su barba rozaba su piel y el arete labial de Francis una pieza con qué jugar. La respiración se entrecortaba y comenzaron a excitarse. Hacía mucho que no le pasaba. De la nada Gabriel vino a su mente, no quería recordarlo. Amanda trató de poner su mente en blanco, Francis posó sus manos en su cintura y ella fue metiendo sus manos en su abdomen, iba contando cada cuadrito, enredando sus dedos en sus vellos y, justo cuando creía que todo iba a salir bien, Gianluca la atacó con una de sus sonrisas, con su mirada. Amanda se separó de Francis de un empujón.

-¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? -Francis se sorprendió.- ¿Te ofendí?
-No Fran, soy yo, son mis miedos. No quiero lastimarte.
-No tienes por qué hacerlo si no quieres.

-Siento algo por ti Francis, y es más fuerte de lo que creí, me divierto contigo. -Se detuvo por un momento antes de continuar.- Pero no voy a estar mucho tiempo aquí, sólo estoy vacacionando.

-No, tú no me vas a dejar. –Francis agachó la cabeza.- No puedes dejarme.

Francis se sentó en el pasto y la jaló para que Amanda se sentara frente a él, viéndola a los ojos hizo una mueca.

-Bueno, ahora dime quien eres tú. Yo ya te dije todo de mí, mis gustos, mis miedos, me abrí ahora es tu turno.
-Ok, es justo. –Amanda suspiró antes de comenzar.- Soy mexicana y estudié Fotografía, soy la hermana mayor de 3 niñas, mis padres viven juntos, tengo 26 años, hablo italiano, francés e inglés. Fumo, tomo café, me gustan los deportes, jugué futbol soccer y americano. Mi color favorito es el verde, no sé tocar ningún instrumento. No sé cantar. Escucho todo tipo de música y me gusta mucho bailar.
-¿Y...?
-¿Qué más quieres saber?
-Lo que te trajo aquí, a mi vida.
-No quiero hablar de ese tema. –Amanda se levantó en un solo movimiento.

-¿Es por eso el corazón rojo?

-¿Cómo sabes del corazón?
-No te enojes princesa, sólo quiero ayudarte. -Se puso de pie y tomó la cintura de Amanda. - Me gustas y quiero quedarme a tu lado, jamás había sentido esto por nadie. Déjame saber de tu pasado.
-Ya no hay nada que saber, un mal de amores como cualquiera.

Amanda dio media vuelta, agarró a Francis con sus manos y dándole un beso delicado dijo:

-Yo también quiero estar en tu vida Francis.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora