Mis manos necias

¿Confías en mí?

            Amanda iba en la parte de atrás de la Vespa fuertemente agarrada a la espalda de Francis, las primeras clases habían sido muy amenas, aprendía rápido y cómo no, con un gran maestro Barone. Salieron de Roma e iban por la carretera, eran las 4:00pm y Francesco le tenía una sorpresa. Francis poco a poco bajó la velocidad del vehículo, se acercó a la orilla y apagó el motor para desmontar de ella.

-¡Hemos llegado! -Le dijo al bajar de la Vespa.
-¿Dónde estamos? -Se quitó el casco y volteó a su alrededor.
-No te preocupes, mejor disfruta. Dime, -volteó a verla -¿le temes a la obscuridad?

El sol estaba más luminoso que nunca, el campo verde.

-¿Bromeas? ¿Cuál obscuridad?
-Ésta. -Le quitó los lentes de sol y le amarró en la cabeza un paliacate cubriendo en su totalidad su vista. Fueron tan rápidos sus movimientos que Amanda ni tiempo tuvo de reprocharle algo.

-Dime Amanda, ¿confías en mí?

"¿Realmente confío en él? " Amanda se quedó inmóvil pensando si confiaba o no. Silencio. Levantó su mano derecha y calculando la distancia entre los dos colocó poco a poco la mano de Amanda en su pecho, ella sintió el palpitar de su corazón.
-Confío en ti. –Respondió ella sin dudar.

Francis la levantó por la cintura colocándola de nuevo en la Vespa. Él tomó su lugar pero ésta vez ella iba al frente, agarró sus pequeñas manos y las colocó en el manubrio.
-¿Qué haces? -Preguntó un poco asustada.
-¡Sh!, confías en mí. -Se rió.

Francis arrancó el motor. Amanda sintió el viento en la cara, subió la velocidad. Su cabello revoloteó, subió la velocidad. Sintió miedo, subió la velocidad. Algo aleteó en su estómago, subió la velocidad. Sintió ganas de gritar, subió la velocidad. Comenzó a llorar, subió la velocidad. Sintió el cuerpo de Francis detrás de ella, subió la velocidad. Sintió su calor, subió la velocidad... Amanda se sintió segura.