Mis manos necias

¿De quién estamos hablando?

-Ciao Gian, me dijo María que me marcaste ¿qué pasa? –Mientras tanto, Piero estaba al teléfono.

-No, nada Piero, quería saber qué estaba pasando, porqué tanto alboroto, pero ya hablé con Igna y me contó todo. –Gianluca estaba en medio del tráfico, el sol estaba en lo alto, traía los lentes de sol puestos y las chicas que caminaban por la plaza volteaban a mirarlo y señalarlo, una que otra le coqueteaba. Gianluca les sonreía, pero siguió hablando con Piero.
-Y tú ¿cómo ves todo esto?
-Pues ya sabes, yo no me meto en su vida, si ustedes son felices, adelante. Lo único que me queda hacer es apoyarlos. Aquí la pregunta sería ¿crees que se quede?

Piero estaba en la cocina, vio una manzana y la mordió.
-Pues yo –masticaba su manzana, -yo la vi muy convencida. Bueno, muy obligada pero su vida ya básicamente está aquí.
-Pues sí, sería muy tonta al no querer aceptar todo lo que hace Igna por ella, si bien que la adora.
-Y no sólo Igna, mi hermano la tiene en un pedestal. Hay que aceptar que es una chica muy atractiva. –Piero dijo en broma mordiéndose los labios.
-¿Tu hermano? –Gianluca frunció el ceño. -¿Qué tiene que ver Francesco con todo esto?
-Momento. –Piero interrumpió. -¿De quién estamos hablando?
-Pues de Antonella ¿no? De que Ignazio fue tras ella.
-¿Antonella? –Piero se detuvo, por algo Ignazio no le había comentado nada a Gianluca, prefirió no intervenir. –Por cierto, ¿qué piensas de Amanda?
-Nada, -respiró profundo y aclaró su garganta antes de continuar, –no tengo nada que pensar de ella... ¿Por qué?
-Te conozco Gianluca, a mí no me engañas. Sé perfecto que estabas atrás de la puerta cuando hablábamos de ella. Pensé que era una lástima no haberla tratado más.