Mis manos necias

O un amigo o la mujer de tu vida

*Mensaje de texto*
-No puedo dormir. –Gianluca era quien estaba tras esa pantalla.
-Yo tampoco. –Ignazio respondió.
-¿Crees que Bárbara nos llame pronto?
-No sé, pero no me quiero ir.
-Tú nunca quieres ir...
-Sí, pero hoy menos que nunca. Me dijo Piero que estás en casa de tus padres.
-Sí, llegué ayer en la noche.
-¿Qué haces ahí?
-Quería pasar el fin de semana con ellos pero no están.
Ignazio entró de nuevo al departamento, se sentó en el sofá, la duda de saber que Gianluca y Amanda estaban solos no lo dejaba tranquilo.
-¿Y Amanda?
-Está dormida en la habitación de huéspedes.
Ignazio estaba intranquilo, a pesar de la respuesta de Gianluca los celos no lo dejan pensar.
-Ayer se cayó y se clavó un vidrio en la pierna, pero está bien. ¿Cómo sabes que ella está aquí?
-¿Tú quién crees que la llevó?
-¡¿Lo sabías todo y no me dijiste nada?!
Ignazio se recostó en el sofá, colgó las piernas y empezó a jugar con ellas en el aire. Marcó el teléfono de Gianluca, esperó cinco segundos e inmediatamente Gian contestó.
-Pensé que Martina te lo diría. –Ignazio mintió. -Total, ella fue la que habló con tus padres para conseguirle el trabajo. ¿Cómo que se clavó un vidrio? ¿La llevaste al hospital? ¿Ella está bien?
-Sí, sí, sí, sí, ella está bien. No es nada de importancia. Martina no me dijo nada, ni siquiera sabe que estoy aquí.
-Mañana mismo voy por Amanda, voy a ir a que la chequen.
-¿No debería hacerlo Francesco? Te escucho muy preocupado. –Gianluca ya comenzaba a sospechar.
-Claro que estoy preocupado, ella es mi mejor amiga. Te dejo, voy a hablarle a Francis, nos vemos al rato.

Ignazio colgó el teléfono, lo último que escuchó fue la respiración de Gianluca, podía ahora estar más tranquilo, para Gianluca Amanda no era nada. En efecto, conociendo a Gian éste no dejaría a Martina, ahora el problema sería Francis. ¿O un amigo o la mujer de su vida? Ignazio se llevó las manos a la cabeza.
-Y ahora ¿cómo se lo voy a decir a Piero? –Soltó Ignazio sus pensamientos al cielo.