-¡Por qué jamás me lo dijiste! -Gianluca estaba realmente enfadado. Amanda jamás lo había visto así.
-Por que ya no te quiero en mi vida. -Abrazó a su bebé más fuerte, cubriendo su cara con ella.
Gianluca se quedó callado. Su enfado no lo dejaba reaccionar y las palabras de Amanda fueron un golpe que lo dejaron completamente absorto.
-¿Tan terrible fue el odio que ni te atreviste a mostrarme tu desprecio? -Gianluca preguntó en un suspiro.
-No tienes ni la más mínima idea de lo que sufrí por ti. Yo te amaba, más que a mi propia vida. Perdí mi dignidad, perdí mi alma persiguiendo un sueño que tú no querías soñar a mi lado.
-¿Y crees que yo no sufrí? Lo arriesgué todo por ti.
-¡Jamás la dejaste! Eso no es arriesgar nada.
-¡No la podía dejar! No tan pronto...
-Ni siquiera tuviste la intención de hacerlo. Me lo dejaste más que claro.
-Yo sólo necesitaba tiempo para hacerlo.
Se miraron exaltados. Amanda temblaba de rabia. Gianluca estaba confundido, por un lado estaba furioso con ella, por otro lado estaba triste y más allá tenía miedo.
-Hola Gianluca. -Romina estaba atrás de él.
Gianluca reconoció su voz y dio un giro inmediato.
-¡Romina! -Respiraba agitadamente, estaba completamente pálido. Parecía enfermo. Muchas emociones corrían por su cuerpo.
Romina dio un par de pasos, Gianluca asustado retrocedió los mismos.
-Es... estabas mue... rta. Rocío me lo dijo. –Tartamuedeó, tan confundido estaba que no pudo ni llorar.
Romina lo miró suplicante, ahora ambas comprendían el sufrimiento por el que pasaba.
-¡Me engañaste tú también! -Gianluca comenzó a dar pasos hacia atrás alejándose de ambas. Se sentía traicionado, golpeado por las dos personas que más había amado en la vida.
Romina avanzó hacia él., se sentía culpable. El dolor tan inmenso de Gianluca podía sentirlo Amanda en el aire. El ambiente olía a pena, a dolor. Amanda caminó hacia ellos mirando cómo Gianluca se cubría el rostro mojado con ambas manos sentándose en una banca. Romina se hincó ante él.
-Yo era muy jóven. Tenía que alejarme de ti.
- ¡Te amaba Romina! -Gianluca cubría su rostro.
-¡Perdóname!
-¿Por qué me hiciste tanto daño?
-No estaba preparada para esa vida. -Romina hablaba hincada ante él. -Era demasiada responsabilidad. Vivir a tu sombra, esperar tu regreso. Verte cada que pudieras. Esa no era la vida que yo quería para mi.
Romina se recargó en una de las rodillas de Gianluca. Este colocó su mano en la larga cabellera rubia de ella. Totalmente conmovedor.
Con su hijo en brazos Amanda salió corriendo de ahí. Se avergonzaba de su propia cobardía pero no quería enfrentar a Gianluca. Era momento de huir, salir del país y esconderse de nuevo. Tener una vida lejos de él. Esquivaba gente asustada, mirando constantemente hacia atrás para ver que no la siguieran. De pronto tropezó con alguien. Ese alguien te detuvo en brazos para frenar tu camino. Un choque conocido como al incio de esta historia.
-¡Uho, uho, uho! ¡Tranquila! -Colocó las manos en los hombros de Amanda y la miró directamente. -¿Qué pasa? ¿Amanda, eres tú?
Ignazio la miró boquiabierto. Estaba claro que ninguno de los dos esperaba encontrarse y mucho menos de esa manera.
-¡Nacho! –Amanda se pegó a su pecho para que él los abrazara a ambos.
Ignazio la rodeó con sus brazos protegiéndola como siempre de todo peligro. Le besó la cabeza con su rostro empapado en lágrimas. Amanda escuchabas el palpitar de su corazón acunándose. Su calor especial, la fuerza de sus brazos. Su olor particular. El sonido de su respiración. La altura perfecta de su barba para que Amanda quedara justo debajo de ella. El tamaño de su cuerpo. Era él. ¡Claro que era él! Amanda había cometido tantos errores en tanto tiempo, para ahora darse cuenta en un abrazo de lo que su corazón no quiso ver antes.
-Te amo Ignazio. ¡Te amo! -Confesó pegada a su pecho.
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Mis manos necias
RomansaA golpes la vida siempre te pone en su lugar. Sin importar el sentimiento la naturaleza siempre proclama justicia, y poco a poco se cobra todas y cada una de las acciones que hayas realizado. Karma. Cuando la vida da, la vida quita. Es irónica. Prob...