Sustos

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            Durante casi treinta minutos Amanda permaneció sentada con la almohada entre sus brazos, seguía sin creerlo, aturdida por la actitud de Gianluca y por la confusión de su corazón. Se levantó de la cama aun con los nervios confundidos, salió de la habitación tiritando, bajó las escaleras y entró a la cocina. Con cuidado agarró un vaso y lo llenó de agua.
-Pensé que ya te habías dormido. –Gianluca estaba tras ella.
Amanda brincó y tiró el vaso al suelo.

-¡Que pinche manía de asustarme!
-Tú me asustaste a mí, te veo dormida y de pronto escucho ruidos en la cocina.
-¿Me ves? –Amanda fingió no entender.
-Sí, bueno, es un decir, no entré a tu habitación precisamente. Bueno, me entiendes.
Amanda caminó hacia Gianluca olvidando el vaso quebrado en el suelo, dio un paso en falso y el agua hizo que resbalara cayendo. Para su sorpresa y la de Gianluca cayó de sentón en los pedazos de vidrio y se clavó uno.
-¡Ay!
-¿Estás bien? –Gianluca se agachó a ayudarle.
-No –Ella estaba ya llorando. -Creo que me clavé algo.
-A ver, te ayudo a levantarte.

-No, no puedo- No. Me duele ¡ay!
Gianluca metió sus brazos debajo de Amanda y la levantó llevándola en brazos a su habitación. Ella no podía con el dolor ni con el ardor sintiendo su pierna caliente se asutó y más al ver a Gianluca empapado en sangre, sin embargo él la recostó en la cama.
-Gian, me duele mucho –Amanda seguía llorando.
-Tranquila, fue solo una pequeña cortada, vas a estar bien... lo prometo.
Gianluca salió corriendo de la habitación en búsqueda del botiquín de primeros auxilios, sin saber bien qué hacer la desesperación de verla tan frágil hacía de él ser capaz de hacer cualquier cosa por ella.
-Tranquila mi niña, a ver. –La miró detenidamente. –Necesito que te desvistas, no puedo ayudarte así.
-No puedo, me duele.
-¿Prefieres hacerlo tú misma?
-No, ¡no me dejes!
Con cuidado y con mucho dolor acostada y a obscuras Amanda se abrió el mameluco desvistiéndose lentamente. Su dolor era soportable, pero fingió para estar más con Gianluca, porque él se preocupara y la mimara. Seductoramente se desnudó, fingiendo aún más dolor. Gianluca miró a medias su cuerpo desnudo, tratando de no mostrar excitación alguna.
-Gírate, voy a limpiarte.
Amanda se giró quedando boca abajo, puso sus brazos debajo de sus pechos para levantar el torso.
-Te va a doler, y está frio.
Amanda sintió los dedos de Gianluca presionando la herida, la verdad le dolía menos de toda aquella revolución emocional que vivía, el simple hecho de sentirlo en su piel la volvía loca. Gianluca con cuidado limpió la sangre curando la herida, Amanda mordía la almohada intentando ser fuerte.
-Creo que ya terminé. ¿Cómo te sientes?
-¿Tú cómo crees?
-Ok. Mala pregunta veamos, espero haberte ayudado.
-Más de lo que crees Gian. Ven, acuéstate conmigo.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora