El ruido de la ciudad

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-Y...
-¿Y qué te dijo? –Martina la interrumpió con ansias.
-Nada! El cabrón no me dijo nada. Yo sé que él siente esto por mí. Yo sé que hay algo más entre nosotros, algo más que una simple amistad. Es solo que ninguno de los dos quiere dar el primer paso. Es absurdo.
Ambas fumaban en el balcón del departamento de casa de Ignazio. Tenían a Roma bajo sus pies. Una buena taza de café y la charla que no podía esperar. El viento acariciaba sus rostros. El ruido de la ciudad. Sin duda alguna un buen momento de relajarse.
-Díselo tú. –Martina le aconsejó.
-No puedo. –Respondió una Amanda temerosa. –Quiero demasiado a Francis como para hacerle esto. Además sería incómodo, por él por Nacho y hasta por Piero. No puedo. Muero por hacerlo, pero en verdad no puedo
-No sé ni que decirte loca, me has dejado muda.
-¿Y cómo crees que él me dejó?
-Me imagino. ¿Y qué más pasó?
-En sí nada más importante. Baboseamos un rato. Mañana nos vamos a la feria.
-¿Cómo una cita?
-Ojalá –exhaló el humo de su boca.
Martina apagó la colilla de su cigarro. Se levantó y se recargó en el frío barandal.
-No dejes a Francis. No vivas mi vida. No te conviertas en mí. –Cierta melancolía sugerida en sus palabras.
-No te entiendo.
Amanda miró a Martina incrédula, seguía sentada viéndola de espaldas. Su bella silueta se dibujó en la pared y en suelo del departamento. Un hermoso atardecer.
-Es horrible no estar cerca de él por meses. Esperar sus llamadas. Esperar que regrese.
-¿Lo dices por Gianluca? -Susurró con un nudo en la garganta.
-Por él, por Igna.
-Pero eso ya no pasa. No desde hace mucho.
-Ignazio no te dijo nada ¿cierto?
-¿Qué debía decirme?
Martina se volvió a sentar en su silla.
-IL VOLO regresa. Comienzan con una gira por Latinoamérica en tres semanas. Inician en Brasil. Terminan en México. No van a regresar a casa en un buen tiempo. Seis meses por lo menos. Vivirán en Los Ángeles.
Silencio.

-¿Qué? Esto no puede ser. –Amanda se levantó de un brinco, se recargó en el barandal y agachó la cabeza.
-Me enteré ayer. No inicies algo con Igna, vivir esperándolos es terrible. Te vuelves loca. Una estúpida celosa que no continúa con su vida porque ya no tiene una que continuar por andar esperando los meses que perdió sin él. Francis siempre estará a tu lado.
-Pero Gianluca y tú ¿están bien? –preguntó esto sin saber porque. Quizá aún mantenía la esperanza de que Martina le dijera que no para así salir corriendo y buscar a Gianluca.
-Sí. Todo bien como siempre.
Ambas se miraron en silencio.

-Supuse que estarías aquí gorda. –Ignazio estaba a la entrada del balcón.
-Tenemos que hablar.

-¿Otra ves?
-Sí. ¿No pensabas decirme que te irías a vivir seis meses a Los Ángeles?
Ignazio acababa de llegar. Estaba adentro y sólo los dividía la puerta corrediza que daba acceso al balcón donde ahora estaban Martina y Amanda.
-Sí. Bueno. Se me olvidó ese detalle.
A la chingada con detalle!
-Yo me voy –Martina carraspeó antes de hablar. –Ya llegó a casa Gianluca.
Sí. "A casa Gianluca". No son palabras muy bonitas y Amanda lo sintió en su estómago como un hueco.
-Dame chance. Me voy a bañar y saliendo lo hablamos. –Ignazio se acercó y le agarró la mano. La apretó. El corazón de Amanda dio un giro mientras el hueco de su estómago la mantenía intranquila. Confusión.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora