Tarde

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            Es impresionante lo que puede pasar en una abrir y cerrar de ojos, ayer Amanda estaba convencida en su amor por Francis, hoy recordaba lo que olvidó hacía ya bastante tiempo o más bien lo que pretendía olvidar, su amor por Gianluca. Estaba acostada en la cama pretendiendo dormir, no sabía si era el frío, los nervios, el estar en una casa ajena o el hecho de saber que tras la puerta Gianluca estaba dormido en la otra habitación. El silencio no le permitía dormir, ironía, en lugar de descansar el silencio le mortificaba.
Habían pasado dos horas desde que Gianluca y Amanda se declararon su amor con la mirada, y llevaba las mismas dos horas, poco menos, en dar vueltas en la cama sin poder dormir. Giró quedando recostada de lado viendo hacia la ventana, la puerta estaba a sus espaldas, movió sus pies intentando acunarse, nada, todo seguía igual. De pronto oyó la puerta abrirse, Gianluca entró sigilosamente caminando de puntitas para no despertarla, se detuvo entre la ventana y ella para mirarla dormir. Amanda fingió con los ojos cerrados sintiendo a Gianluca, su olor la llenó, su corazón no la dejaba escuchar el silencio. Despacio entreabrió los ojos para ver lo que Gianluca hacía. Éste cruzó los brazos y lentamente caminó hacia ella, con su mano quitó un mechón de su cabello y lo colocó detrás de su oreja. Acarició su mejilla. Con la otra mano, se tomó del cuello dejando atrás sus nervios. Hacía frío. Cubrió a Amanda con la cobija hasta la cabeza, después se agachó y olió su cabello. Salió de la habitación casi corriendo. Amanda no podía creerlo, se sentó de inmediato y cubrió su cara con la almohada escondiendo sus nervios y felicidad en un pequeño grito callado. Abrazó la misma, la estrujó, la besó. Gianluca en su habitación pasó sus manos por su cabello, lo sabía, se había enamorado.
-Si tan sólo hubieras llegado antes a mi vida Amanda, todo sería diferente, yo no estaría con Martina, tú no estarías con Francesco...
Gianluca se levantó de la cama y se acercó a la misma ventana donde la luna había iluminado la misma noche a Amanda.
-Pero llegamos tarde. –Dijo al mirar las estrellas.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora