Mis manos necias

Su único sustento

            -¿Realmente estás dispuesto a hacerla feliz Francesco?

-Eso ni se pregunta Igna, Amanda es la chica indicada, me lo dice el corazón.
-Puedes perderla de un momento a otro, ella es impredecible.
-Es por eso que me enamoró, porque con ella nunca se sabe que va a pasar después, no es como cualquier otra.
-Es por eso que te lo digo, ¿cómo sabes que está completamente enamorada de ti? ¿Por que te acostaste con ella?
Francis se levantó del sofá y con fuerza arrojó el celular al sillón contrario.
-¿Quién te dijo que nos acostamos?
-Es mi mejor amiga ¿recuerdas?
-Eso es algo que aun no entiendo Igna, ¿cómo es que en tan poco tiempo llegó a ser tan importante en tu vida?
Ignazio entró a la sala, se sentó en el sofá con las piernas abiertas y las manos entrelazadas recargando sus antebrazos en las piernas, sus pulgares dibujaban círculos entre sí.
-Sigo preguntándome lo mismo, en sólo un par de meses esa mujer vino a cambiar mi mundo, el día que la conocí... conocimos, me dijo tantas cosas. Me abrió su corazón. La he estuchado reír, la he cuidado de sus miedos, de sí misma, la he escuchado en las buenas, en las malas. La he escuchado llorar por amor.
-Y no soy yo, ¿cierto? –Francis se adelantó.
Francis e Ignazio voltearon a verse.
-Francis, te habla María, no sé para qué, pero al parecer le urge.-Piero llegó de un momento a otro evitando así que Ignazio le respondiera a Francis.
-¿Es muy necesario?
-Ve y pregúntale. –Piero necesitaba separarlos.
Francis salió de la habitación, pero antes volteó a ver a Ignazio. Le sonrió y moviendo la cabeza de un lado a otro en modo de negación salió.
-No te hagas daño amigo mío, Fran ya está con ella y ella no lo va a dejar y mucho menos ahora que está con los Ginoble, Fran es su único sustento.
-¿De qué hablas? No entiendo. –Ignazio entendió del todo.
-¿Sabías que Gian está en casa de sus padres?