Las primeras luces del sol entraban por la habitación donde Amanda dormía, Gianluca estaba recargado en el marco de la puerta viéndola dormir, sonó el timbre y antes de bajar a abrir la contempló unos segundos más, ese era su sello, observar y analizar, es por eso que Gianluca era extraño y misterioso, porque él solo se dedicaba a observar. Bajó y abrió el portón, lo primero que vio fue el Bettle rojo de Francis, se incomodó y molestó que él, justamente él fuera por Amanda, su mujer. Una onda de celos lo invadieron y estuvo a punto de cerrar el portón. Detrás del auto apareció Ignazio, se veía ojeroso, cansado y desaliñado, a Gianluca le sorprendió.
-Perdón por no avisar a qué hora iba a llegar, espero no haberte asustado.
-No te preocupes, -respondió Gianluca. –no dormí en toda la noche, debió de haber sido el café que me tomé.
-¿Y Amanda?
-Sigue dormida, ¿la despierto?
-No, no, no, déjala. Espero que no te moleste que pase un rato...
-Para nada, vamos a desayunar... ¡Pero tú cocinas!
-¡Qué listo!... ¡No cambias! jajaja
Después de casi media hora, después de haber almorzado y platicado un buen rato escucharon ruidos en la parte de arriba y el golpe de algo que cayó. Inmediatamente Gianluca e Ignazio corrieron al piso superior, al abrir la puerta de la habitación de huéspedes Amanda se encontraba sentada en el suelo muerta de la risa.
-¿Qué pasa? –Preguntó Gianluca.
-Que me tropecé y caí. –Amanda no paraba de reír. -¡Naaaachoooo! –Sus ojos se iluminaron.
-Olvidaba lo torpe que eres. –Ignazio se acercó a ella.
Ignazio se agachó, la cargó entre sus brazos y la abrazó con mucha fuerza. Amanda sintió su euforia. Colgada en sus brazos lo besó múltiples veces en la mejilla, le hacía bien tenerlo ahí. Gianluca los miraba, algo dentro de él no lo permitió seguir contemplando la escena y bajó las escaleras, entró en la cocina y siguió tomando su café. Al poco tiempo Ignazio y Amanda bajaron las escaleras, ambos se despidieron dejando en silencio a Gianluca y sus pensamientos.
-Tan solo han pasado unos cuantos minutos y ya siento tu ausencia Amanda. –Pensó Gianluca en voz alta. -¡Cómo quisiera no haberte conocido!, solamente llegaste a mí para confundirme, ¡cómo si tus besos no los hubiera sentido! No voy a malgastar mí tiempo en ti, me puedo enamorar perdidamente y la verdad es que no quiero, sé que así como llegaste te vas a ir. Voy a olvidar lo ocurrido...
ESTÁS LEYENDO
Mis manos necias
RomanceA golpes la vida siempre te pone en su lugar. Sin importar el sentimiento la naturaleza siempre proclama justicia, y poco a poco se cobra todas y cada una de las acciones que hayas realizado. Karma. Cuando la vida da, la vida quita. Es irónica. Prob...