Y fumar de paso un cigarro

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Amanda pasó más de 45 minutos decidiendo entre salir y no hacerlo. Se sentía ridícula. Ya todos estaban en la sala acomodando los regalos, platicando y haciendo tiempo para cenar. No podía faltar, el Buon Natale de música de fondo. Entre risas y charlas Amanda se dio cuenta que todos estaban ya en la sala, sólo la esperaban a ella.
-¿Y Amanda? –preguntó Chiara, prima de Piero-, ¡Quiero conocerla!
-Está en su habitación. Seguro no tarda... a ver, espera. ¡Amanda!- gritó Ignazio llamándola.
-¡Voooy! -gritó Amanda aún mirándose al espejo. Abrió la puerta. –Inhala paz, exhala amor. –Inhaló profundo inflando el estómago.
Sus pasos se oían en el pasillo, mientras los demás charlaban. El primero en voltear a verla fue Ignazio, quien sonrió con los labios y también sonrió con los ojos. Amanda se perdiço en su mirada, en su sonrisa transparente. El mundo comenzó a girar y ella sólo lo miraba. Con un rápido vistazo le indicó que no estaban solos. De vuelta a la realidad. Ella traía un regalo en las manos, lo dejó al pie del árbol de Navidad. Se giró para abrazar a Piero quien la cargó entre sus brazos estrechándola con fuerza.
-Luces hermosa. –Susurró a su oído. Le soltó y presentó con galanura, -Chiara, ella es Amanda. Amanda, ella es Chiara, mi prima.
-Hola Chiara, mucho gusto.
-El gusto es mío. -Chiara le sonrió.
-Hola Amanda
Se giró para encontrarse con Francesco.

-Luces espectacular. -En su mirada había nostalgia, en verdad él había soñado con vivir más cosas a su lado.
-Gracias Fran. Tenía muchísimas ganas de verte. –Amanda le dio un abrazo rápido pero efusivo. El clásico abrazo de un par de ex enamorados que hoy no eran más que amigos.
-Querida, luces bellísima. -Martina caminó hacia ella. Se abrazaron saludándose.
-Qué decir de ti, mírate.
-Buenas noches Amanda.
Su corazón estuvo a punto de reventar. Gianluca lo sabía. Él estaba igual.
-Buenas noches Gianluca. -Se abrazaron con cautela, intentando ignorar aquellas ganas de besarse, de sentirse, de darse amor.
Amanda se sentó junto a Ignazio, quien pasó su brazo por sus hombros marcando su territorio.
Los 52 minutos más incómodos de su vida, hasta ahora. Intentando ignorar las miradas de Gianluca, evadiendo el resentimiento de Francis, fingiendo una amistad con Martina, escuchando la plática de Chiara, mandándole señas a Piero para que le ayudara y temblando ante la voz y la respiración de Ignazio. Seguramente sería la peor de todas las noches.
-Bueno, pues ¡vamos a cenar! –Ignazio se levantó de un salto y se dirigió a la cocina acompañado de Martina y Chiara.
Más incómodo aún. Era momento de salir a tomar un poco de fresco y fumar de paso un cigarro.


Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora