Estuve con él, estoy por él

177 13 2
                                    

            -Loca ¿estás bien? –PreguntóMartina tocando la puerta.

Amanda se había perdido en el silencio del departamento vacío. Ignazio había salido. Incluso había perdido la noción del tiempo. Miraba fijamente el gran oso de peluche que le había regalado esa misma tarde a Ignazio, el brillo en su mirada le recordaba a la de él.
-Pasa loca.
-Toqué y nadie me contestó. Bosco –como a veces le llamaban- me dijo que estabas aquí. Lo vi preocupado, bastante preocupado, supuse que había pasado algo, ¿qué pasó?
-¿Cómo entraste?
-Las llaves de la maseta ¿No sabías?
-No. No sé qué me pasa Martina, me siento rara.
-¿Puedo? –Preguntó entrando a la habitación.
-Sí, sí, sí. Perdona. Ando distraída.
Martina se sentó en la cama, miró el gran oso de peluche y le cuestionó con la mirada.
-¿Francesco?
-No. Yo se lo regalé a Nacho.
- Wow. Esa sí es una sorpresa.
Amanda se recostó en la cama viendo hacia el techo, Martina se recostó a su lado, colocó sus manos en su abdomen.
-Estuve con él.
-¿Estuviste estuviste o solo estuviste?
-Sólo estuve. -Amanda suspiró-. A noche hablamos, se me declaró y dormimos abrazados. Me pidió esperarlo, regresando nos casaremos.
- ¡Ay! No me digas eso... ¿Casarse? ¿Qué harás con Francesco? ¡Es demasiado!
-Eso es lo que no sé. Lo quiero, lo quiero demasiado. Siempre está ahí para mí, pero esto que siento no es justo, ni para él ni para mí.
-¿Entonces?
-Hoy fui feliz. Nacho me hizo feliz, muy, muy, muy feliz. Me sentí bien, completa. A Francis lo estimo, y lo estimo demasiado, le vivo muy agradecida más no sé.
-¿Qué no sabes?
-Que hacer...
-Loca... -Martina suspiró, se levantó a buscar algo en los cajones de Amanda, ella lo sabía por el ruido. Amanda seguía mirando el techo, imaginando la hermosa y franca sonrisa de Ignazio en él. Recordando sus labios contra los de ella.
-Siéntate.
-¿Para?
-¡Ay! Eres tan preguntona. –Se rió de ella sentándose detrás, agarró su cabello y comenzó a escarmenarlo. -Así mi mamma me calmaba. Se sentaba atrás de mí y me escuchaba. Decía que sentir las cerdas en tu cabeza masajeaban tu cerebro y te abrían más ideas.
Amanda cerró los ojos sintiendo la dulzura de las cerdas en su cabello. El sonido del cepillo, ese tierno rasgar entraba por sus oídos con el tararear de Martina. El olor perfumado de su cabello extasió su nariz.
-Voy a dejarlo. Estoy dispuesta a todo por Nacho. Estoy por él...



Mis manos neciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora